Del barrio a la ciudad
“Queremos que este proyecto se inicie en el barrio y luego eclosione hacia el resto de la ciudad”. Así se expresaba Francisco Guerao durante la presentación pública de su plan de regeneración y revitalización del barrio de Santa Eulalia en el Museo de Bellas Artes de Murcia, en enero de 2012. Para ello, a la intervención en los nuevos restos de la muralla aparecidos junto a la plaza de Santa Eulalia, su inserción en el barrio y la regeneración del mismo, Guerao y López unieron la idea de crear unos itinerarios turísticos. Dichos itinerarios, que irían acompañados de una serie de acciones, tienen como base el trazado urbano medieval aún vigente, y como fin la unión física y emocional de Santa Eulalia con el resto del centro histórico de Murcia, facilitando con ello la dinamización del turismo y del comercio local.
El proyecto de itinerarios propuesto por Guerao y López, con diversas intervenciones de adecuación a pie de calle y de plaza, forman parte de la propia rehabilitación del barrio de Santa Eulalia, porque contribuirían a impulsar a su comercio y su hostelería, y mejoraría la calidad de vida y el disfrute de los espacios públicos con la propia mejora de los mismos. Los itinerarios de Guerao y López toman y aprovechan lo que la historia ha dejado en la ciudad, y por eso, la justificación histórica del plan cobra especial importancia. En su exposición de motivos, los arquitectos argumentan que “si nos descuidamos, el tiempo puede llegar a borrar nuestra historia”. Para evitarlo, su proyecto “trata de recuperar la historia de una ciudad cuyo trazado urbano, dentro de su recinto amurallado, prácticamente no ha variado en ocho siglos: si comparamos el plano de la ciudad del siglo XIII y el actual, comprobaríamos su gran similitud”.
Guerao y López afirman que “la impronta de su callejero, sus recorridos quebrados, ha pervivido; sólo hay que rescatar su sabor y ambiente y ponerlo en valor”. Continúan: “Para ese fin, nos vamos a valer como línea argumental de la muralla árabe. Se trata de recuperar la unidad, aunque sea virtual en algunos puntos, del elemento arquitectónico más antiguo que tiene Murcia”. Y aunque, matizan, “pueden existir otros vestigios de esta época, algunos de ellos más brillantes, ninguno como éste representa el concepto de unidad y homogeneidad”. Y no sólo será la muralla la que unifique lo que el urbanismo del siglo XX logró dividir, sino también otro elemento histórico que discurre en paralelo al frente sur de la muralla medieval: la calle del Zoco. Así lo explicaba también Guerao en el Museo de Bellas Artes: “En el callejero de Murcia vemos una línea que aparece destacada en sentido Este-Oeste. Se trata de la calle del Zoco, que entrando por la Puerta de Orihuela, discurría hacia el Oeste en paralelo a la muralla y atravesaba toda la ciudad, hasta que se bifurcaba hacia el Norte y el Sur en San Pedro”. A esa arteria principal se abrían importantes edificios y comercios en época andalusí, además de la propia mezquita mayor, cuya ‘qibla’ estaba orientada hacia el Sur-Sureste, a lo que hoy es la calle y plaza de los Apóstoles. Y esa arteria no ha variado; Francisco Guerao explica que “las únicas tres vías que se han abierto son la Gran Vía, la calle de Correos y la calle Obispo Frutos en sentido Norte-Sur, pero la calle del Zoco pervive, y sobre todo, prevalece la muralla como elemento definitorio de la ciudad”.
El plan de itinerarios de Guerao y López se propone usar ese eje para conectar su actuación con el resto de Murcia: “El barrio de Santa Eulalia, que actualmente es como una isla, se tiene que comunicar con el resto de la ciudad mediante estos elementos, que ya nos vienen desde la Murcia del siglo XIII”. Para Guerao y López, con esta intervención se podría distinguir “entre el eje vertical moderno, comercial y actual, y el eje horizontal histórico, tradicional, popular, marcado claramente por los barrios de Santa Eulalia y San Pedro”. Prosiguen: “Esos son los dos grandes barrios de la ciudad medieval actuando uno frente al otro, como contrapesos de una balanza, situados en los extremos del eje Este-Oeste del recinto amurallado y unidos por el Zoco”. Para Francisco Guerao y Pablo López, “en herencia de este legado, nos encontramos actualmente y sobre el eje descrito con edificios de gran interés artístico, arquitectónico y cultural, y uniéndolos como cordón invisible, la muralla”. “Esa herencia olvidada es la que queremos rescatar y valorar, para disfrute y enriquecimiento cultural de nuestra ciudad, de sus habitantes y de sus visitantes”, argumentan, y añaden: “Queremos atraer a la gente hasta el barrio de Santa Eulalia pisando la muralla”.
Además de ir unir los barrios de San Pedro y Santa Eulalia entre sí y con el núcleo del centro histórico de Murcia, cosiendo lo que el siglo XX separó, conectando pequeñas plazas, y canalizando y guiando a los visitantes de un extremo a otro de la ciudad antigua al tiempo que se descubren los fragmentos de muralla que aún conservamos, Guerao y López también proponen recrear las puertas que jalonaron el frente Sur de la misma: Santa Eulalia, Puerta del Toro, Puerta del Sol, Puerta del Puente y Portillo de la Aduana. Y no sólo eso, sino también remarcar los otros edificios de interés y plazas que se encuentran en el camino: “Todos esos espacios se ofrecen como lugares estratégicos para completar el discurso narrativo del itinerario de la muralla. En ellos, utilizados como etapas del recorrido, debidamente ambientados y señalizados, se desarrollarían actividades temáticas y de contenido que enriquecerían y enlazarían el trazado”.
En cuanto a las actuaciones a desarrollar en algunos de esos espacios, Francisco Guerao y Pablo López explican que “los espacios por los que transcurran los itinerarios deben poseer un tratamiento y ambientación común que los distinga”. Para ello “se requiere una intervención urbana capaz de dotarles de unas características que actualmente no poseen, con un tratamiento continuo y homogéneo, personalizándolos y dotándoles de unos rasgos comunes que los identifiquen como parte de un recorrido”. Ponemos un ejemplo de actuación incluido en el proyecto de itinerarios de Guerao y López: el de la Puerta de Santa Eulalia. Los arquitectos explican que actualmente se trata de un “espacio abierto residual, en la confluencia de dos calles y la prolongación de la plaza de Santa Eulalia, ocupado por una zona de carga y descarga, contenedores de residuos y una zona pavimentada sin un uso específico. En su subsuelo, y frente al edificio destinado a Centro de Visitantes, se encuentran los restos de la llamada Puerta de las Siete Puertas, que pueden ser visitados en el sótano del propio edificio”. Para destacarlos y mejorar el entorno, proponen “proyectar a nivel de pavimento, a cota de calle, la huella de los restos existentes en el subsuelo: muralla, antemuralla, barbacana y puerta”. Continúan explicando que “lo primero sería elevar el nivel de la calzada enrasándola con la acera existente y creando un nivel de pavimento continuo, y en este plano se dibujarían con sus dimensiones y proyección reales las distintas partes de la muralla enterrada”. Otras acciones en este área serían la eliminación de la zona de carga y descarga, y el desplazamiento y soterramiento de los contenedores, pero además, “la intervención se complementaría con el mobiliario urbano y la plantación de palmeras”, y “la señalética y cartelería apoyaría la información e historia del lugar y de los restos del subsuelo”.
En este caso, como en el resto de las intervenciones en lugares históricos y estratégicos del barrio de Santa Eulalia y de los itinerarios, Guerao y López proponen que se permita el tráfico rodado, “pero estableciendo normas que manifiesten que se trata de un espacio de primacía peatonal”. Dos intervenciones más, de gran calado físico y emocional, serían las que tienen como fin dignificar las calles relevantes del proyecto. Hablamos de la calle Cánovas del Castillo, la que hoy se eleva sobre el antiguo Val de San Juan o foso de la muralla; y de la calle San Antonio, que formaba parte del principal eje de Murcia en época medieval, el que conectaba la Puerta de Orihuela con el entorno de la Catedral.
La calle Cánovas del Castillo, tal y como explican Guerao y López, “une el Centro de Visitantes con la Puerta del Toro”, y las fachadas de los edificios de su lado norte se apoyan sobre el trazado de la muralla medieval, conservándose algunos de sus fragmentos en el subsuelo. “Un caso muy notorio es el sótano del hotel Rincón de Pepe, en el que se puede visitar y contemplar un gran tramo de muralla, antemuralla y torres”, nos cuentan los arquitectos. Sin embargo, en su opinión, la calle Cánovas del Castillo “actualmente es una calle carente de carácter, con un vial de tráfico rodado, aparcamientos en cordón en una de sus fachadas y aceras de un metro”. Además, y como motivo que justifica la intervención planteada, añaden que “una de las características destacables es la ocupación de la mayoría de sus locales de planta baja por establecimientos hosteleros”. Tras todo lo dicho, “la propuesta de actuación urbana consistiría en el enrasado de la calzada con la eliminación del desnivel de las aceras, con diferenciación de pavimento en la zona de rodadura y la protección de bolardos para la zona exclusiva peatonal”.
La intervención prosigue con la eliminación de la zona de aparcamiento, y en su lugar, la plantación de arbolado, además del soterramiento de los contenedores de residuos. Para Francisco Guerao y Pablo López, a presencia de árboles proporcionaría “la sensación de frescor de la ribera del río, evocando la imagen que esta calle debía tener cuando era foso de la muralla”. Para terminar con la calle Cánovas del Castillo, Guerao y López apuntan que “la iluminación se adaptaría a la ambientación que se pretende conseguir, se controlaría el nivel lumínico, el tipo de lámpara y su altura, y la señalética apoyaría la información e historia del lugar”. En cuanto a la calle San Antonio, nada menos que una parte del eje central y neurálgico de Murcia durante siglos, Francisco Guerao y Pablo López señalan que “en los últimos años se está produciendo un auge en esta zona por la apertura de locales destinados al pequeño comercio, joven y alternativo, propiciado por la oferta de ocio y hostelería”. Con ello “se están abriendo nuevas posibilidades para la reactivación y regeneración del barrio, sin olvidar el comercio tradicional que se mantiene y es tan valorado”. “La propuesta de actuación se centraría inicialmente en el tramo de calle que une la plaza de Santa Eulalia y la plaza de los Apóstoles”, y consistiría en el enrasado de la calzada con la eliminación del desnivel de las aceras, igual que en el caso de Cánovas del Castillo, diferenciando el pavimento de rodadura del peatonal y protegiendo este último con bolardos. Guerao y López añaden que en las zonas más anchas de la calle se podría plantar arbolado, y que en el espacio que se abre mínimamente ante la fachada del antiguo convento de San Antonio, habría que remarcar su presencia, que en la actualidad pasa totalmente desapercibida en mitad de una calle con las aceras demasiado estrechas como para detenerse a mirarlo.
Guerao López completan su propuesta con otros dos itinerarios alternativos y complementarios que, de forma singular, recorrerían los límites de la Murcia amurallada y conectarían diversos hitos arquitectónicos y artísticos que hoy aparecen desconectados, aislados y casi invisibles para los murcianos y para los visitantes. Todos los ingredientes descritos facilitarían una intervención que, apoyada por los vecinos y por el ayuntamiento, planificada con sentido común y llevada finalmente a la práctica, tendría todas las probabilidades de ser un éxito, daría un impulso comercial, turístico y cultural a la ciudad y, además, reconciliaría a la Murcia de hoy con aquella Murcia de ayer a la que la modernidad obligó a renunciar. Francisco Guerao afirmaba en el Museo de Bellas Artes, hace poco más de un año, que su plan no era sencillo, y que quizá pecaban de optimistas o de ambiciosos, pero que tanto Pablo López como él pensaban que era el momento de exponerlo, “y después se puede fraccionar y hacer las fases que sean necesarias”. En su opinión, “hay que hacer un plan director general, y después establecer las fases que haga falta; hay que iniciarlo y tener un fin concreto”. Es decir, pensar a largo plazo y, además, involucrar a los vecinos, a los comerciantes y hosteleros y a las diferentes administraciones. Como el mismo Guerao exclamó en su presentación: “¡Casi nada!”.
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