En las últimas entradas de Sawar hemos visto, someramente, cómo se produjo el nacimiento y el desarrollo de los museos de Murcia, la manera en la que se han puesto al día en tiempos recientes, su condición de imanes del turismo y la actividad económica y su labor en beneficio de la sociedad mediante la conservación, el estudio, la exhibición y la difusión del patrimonio, a lo que se une el nuevo ánimo de integración, de derribar barreras y favorecer el progreso de todos. Si hemos de ponerles precio: ¿Cuánto valen nuestros museos? ¿Cómo les está afectando la crisis económica? ¿Son lujo prescindible? Todo lo que se ha hecho hasta ahora, ¿se hizo bien? ¿Se pueden encontrar nuevas fuentes de financiación y mejorar la gestión? ¿Cuentan con recursos suficientes para continuar su trabajo? Sawar habla de estas cuestiones con Luis de Miquel (Museo Arqueológico), Mª Ángeles Gómez (Museo de Santa Clara), Manuel Fernández-Delgado (Jefe del Servicio Museos del ayuntamiento de Murcia), Francisco Giménez (Director General de Bienes Culturales), María Teresa Marín Torres (Museo Salzillo) y Juan García Sandoval* (Museo de Bellas Artes).
* Juan García Sandoval era director del MUBAM cuando se elaboró el reportaje. Renunció a su cargo este año 2014.
El Jefe del Servicio de Museos del ayuntamiento de Murcia, y director del Museo Ramón Gaya, Manuel Fernández-Delgado, lleva ya muchos años en este ámbito: ha vivido desde dentro el despertar y el crecimiento de los museos de la ciudad, y ahora vive los recortes en un periodo de severa crisis económica. En su opinión, el desarrollo en esta materia en los últimos veinticinco años “ha sido espectacular, no solamente en Murcia sino en toda España y Europa”, pero no tarda en matizar sus palabras: “Ha sido un desarrollo no planificado, un desarrollo por eclosión”. Se explica: “Creo que hay demasiados museos, y hay muchas cosas que se llaman museos y que no lo son. No puede ser que cada pueblecito tenga un museo. Me parece muy bien que se preserve el patrimonio de cualquier pueblecito, pero no que todos tengan museos, porque no hay visitantes, no hay mantenimiento, no hay obras…”. Expone lo que debe ser un desarrollo planificado: “Lo primero que se debe tener es la colección y luego buscar el edificio donde situarla, pero en los últimos veinticinco años, en la inmensa mayoría de los casos lo que se ha hecho es primero hacer el edificio y luego llenarlo. Se tendría que haber planificado cómo se hacía eso”.
Centrándonos en el caso de la capital de la Región, Fernández-Delgado recuerda que “hace veinticinco años sólo había dos museos públicos como tales, que eran el Museo de Bellas Artes y el Arqueológico”. Y prosigue: “Desde la reordenación de esos dos museos, con todos los problemas que hubo, pues se ha ganado muchísimo. El Arqueológico está espléndidamente montado, y en el Museo de Bellas Artes se han recuperado espacios, aunque el criterio museológico, en mi opinión, pueda ser discutible, porque no se puede sacar toda la pintura murciana de inicios del siglo XX para llevarla, de momento, a un almacén”. En cuanto a los museos municipales, en su opinión el ayuntamiento “ha hecho un esfuerzo importante: ha hecho un museo como el Ramón Gaya a partir de una colección; también ha creado el Museo de la Ciudad, que yo creo que era necesario, y ahora se está haciendo un esfuerzo para sacar todo el plástico que tenía dentro e ir metiendo piezas que conformen el museo; el Museo de la Ciencia, que está muy bien porque para los niños es como un juguete donde aprenden mucho; los Molinos, donde se recupera un edificio con una maquinaria y se convierte en museo, aunque hoy funciona más como espacio cultural…”. Y también recuerda al Museo Salzillo, al que considera el “buque insignia de los museos de esta ciudad”. Según Fernández-Delgado, “la gente venía a Murcia a comer en el Rincón de Pepe y a ver el Museo Salzillo”.
Coordinación entre ayuntamiento y comunidad autónoma
Aunque desde el punto de vista de la administración se pueda hablar de museos autonómicos y museos municipales, para los visitantes y los ciudadanos esas divisiones no existen: cuando entran en un museo, pocas personas saben (ni tienen por qué saberlo, ni debe influir en su visita) la titularidad del mismo. En el caso de Murcia, se da la mayor concentración en una misma ciudad de museos públicos de distinta adscripción, y aunque en el Sistema Regional de Museos se encuentran integrados todos los de titularidad y gestión autonómica junto con algunos de los museos municipales de otras localidades, sin embargo no están representados los del ayuntamiento de Murcia, que forman parte de su propia red. Ante ese hecho, y dado que el Sistema Regional de Museos, entre otras cosas, sirve para coordinar esfuerzos y compartir experiencias, cabe preguntarse si existe la suficiente coordinación entre la Comunidad Autónoma y el ayuntamiento de Murcia. El Director General de Bienes Culturales, Francisco Giménez Gracia, resuelve en pocas palabras que “existe la coordinación que tiene que existir”. Y después justifica su respuesta: “Ahora mismo tenemos en el Archivo piezas del Museo de la Ciudad, y ellos tienen piezas nuestras… En fin, que existe la coordinación que tiene que existir, sin ningún problema. Es normal que cada uno tenga su página Web… Ellos cuentan lo que tienen bajo su gestión y nosotros lo que tenemos bajo la nuestra, y si entras en la Web que lleva la Consejería, no hay ningún tipo de distinción. Y en una oficina de turismo del ayuntamiento te van a dar información de nuestros museos y de los suyos. El usuario no va a encontrarse ningún tipo de diferenciación”.
Sin embargo, a este respecto Manuel Fernández-Delgado reflexiona sobre otros conceptos: “Los personalismos son terroríficos a la hora de dirigir. La uniprovincialidad es mortal para Murcia porque el lugar más importante para la prensa, donde se genera la noticia, es la capital, y entonces… Ceder el protagonismo a otra persona, o permitir que otra persona entre en tu territorio… Yo pienso que el ayuntamiento es quien tiene que potenciar todos los museos de la ciudad, y hay que dejar que entre el ayuntamiento en ese trabajo”. ¿Existen reparos a que el ayuntamiento de Murcia intervenga? Fernández-Delgado continúa con su argumentación: “Aquí hay una cosa fundamental, y es que la ciudad de Murcia tiene que invitar a visitar los museos de la ciudad de Murcia, sean de quien sean. Y la ciudad la capitaliza el ayuntamiento a través de sus concejales. Yo creo que el responsable cultural de la ciudad es el concejal de cultura del ayuntamiento de Murcia”. Para el director del Ramón Gaya, todo esto tiene una explicación más allá de otros pormenores, que resume de este modo: “A mí me interesa mucho que la gente venga al Museo Salzillo, porque esos visitantes luego serán visitantes del Museo Ramón Gaya, del Museo de la Ciudad… Hay un flujo de personas de un museo a otro, y si la ciudad es una ciudad museística, todos vamos a salir ganando”.
La gestión económica de un museo en tiempos de crisis
Entramos ahora en la gestión económica, y en eso el Museo Ramón Gaya que dirige Fernández-Delgado es especial, pues cuenta con un Patronato y varios colaboradores: ¿Cómo ha afectado a la financiación del Museo la situación de crisis económica que estamos atravesando? Manuel Fernández-Delgado contesta: “Las aportaciones de nuestros colaboradores son económicas en algunos casos, y en otros casos son materiales. Unas entidades han subido su aportación y otras la han reducido, y ahora mismo, de todos esos colaboradores (El Corte Inglés, Caja Murcia, La Verdad, La Opinión, Iberdrola, Novograf, Centro Comercial Thader, Fundación Santander y la CAM), el que no nos ha dado dinero este año es la CAM, pero como nos ha dicho que está dispuesta a darnos, no la hemos quitado, por aquello de que en los momentos duros hay que ser amigo de los amigos. Ellos han sido amigos nuestros cuando nosotros hemos tenido agobios, y si ahora los tienen ellos, nosotros debemos de seguir siendo amigos de ellos. Tenemos que estar para las duras y para las maduras”. A continuación, Manuel Fernández-Delgado hila más fino, y sin perder su tono reflexivo, afirma: “El problema es que en las maduras, ha habido gente que ha despilfarrado, y entonces se nota mucho cuando las ayudas se reducen, porque no se puede seguir cometiendo esos despilfarros, esos grandísimos catálogos de tapas duras… Nosotros, como hemos mantenido siempre una línea en el Museo Ramón Gaya de modestia, de hacer las cosas bien hechas según nuestro criterio, con unos diseños y una estética sin despilfarrar, la reducción no se nota tanto. En vez de hacer cinco exposiciones al año, hacemos tres pero las hacemos exactamente igual que las anteriores, y como hacemos más presentaciones y más ciclos de conferencias, seguimos con la misma viveza que antes”.
Por su parte, el Director General de Bienes Culturales, Francisco Giménez Gracia, nos describe la que, en su opinión, es la situación de los museos que gestiona la Comunidad Autónoma: “Ahora mismo los museos de la Región de Murcia están muy afectados por la crisis porque tenemos un presupuesto muy escaso, pero es un presupuesto que nos permite mantenerlos abiertos y cada vez con un mayor número de asistentes, que crece exponencialmente de año en año. Así que los museos gozan de excelente salud… Con todos los reparos y todos los paréntesis, porque estaríamos mejor con más presupuesto, claro”. Esas limitaciones presupuestarias son confirmadas por todos los directores de museos con los que ha hablado Sawar.
Juan García Sandoval, del Museo de Bellas Artes, lo explica: “A nivel presupuestario, la situación es tremenda. Para actividades el presupuesto es casi inexistente”. ¿Y para otras áreas? García Sandoval nos cuenta: “Con las reducciones que hemos ido teniendo, quedamos muy pocos técnicos en los museos, y el problema es que el trabajo y los servicios que se ofrecen son prácticamente los mismos. Entonces, ¿Se sigue haciendo lo mismo? Pues más o menos…”. ¿Qué ha pasado entonces, por ejemplo, con la catalogación? “Hemos perdido todos los servicios que teníamos de catalogación, con los que habíamos conseguido un avance muy importante en los últimos años. Gracias a eso, habíamos logrado que la mayor parte de las colecciones de nuestros museos, y hablo en general, estén informatizadas en un porcentaje muy elevado. Eso quiere decir que la accesibilidad es mayor para el investigador. Informatizar es una labor de muchos años, y al haber perdido eso, prácticamente se ha parado la catalogación y poner al día las colecciones. El personal técnico que queda en los museos, nada más que tiene tiempo para el día a día”. Otro de los servicios afectados es el de la biblioteca del museo; tal y como nos cuenta el director del MUBAM: “Antes estaba abierta de lunes a viernes por la mañana para cualquier ciudadano, y ahora tiene que ser bajo petición. Y el problema es, ¿Quién atiende en las bibliotecas? Pues o Luis de Miquel en su museo (Arqueológico), o yo en el mío”. Juan García Sandoval lo resume: “La situación es complicada pero queremos seguir dando el mismo servicio, porque entonces, si viene alguien a hacer una consulta, ¿qué hacemos? ¿Le decimos que no podemos atenderle porque no tenemos tiempo? Pues eso no puede ser, porque tu propio código deontológico te lo impide”.
Mª Ángeles Gómez Ródenas, directora del Museo de Santa Clara, también explica el estado de la cuestión presupuestaria en la institución que tiene a su cargo: “Desde hace ya varios años no contamos con recursos económicos para la organización de actividades. Todo lo que hacemos en cuanto a programación se refiere, es posible gracias al esfuerzo de mucha gente y a la colaboración, normalmente altruista, de muchas personas a veces ligadas a otras instituciones y asociaciones, como las asociaciones de amigos, la Universidad, los docentes e investigadores… Las asignaciones económicas sólo derivan en los gastos de mantenimiento, como luz, agua y jardines, y en los gastos del personal de limpieza, seguridad y servicio de guías”. Por su parte, Luis de Miquel, director del Arqueológico, expone sus circunstancias: “En este museo confluyen muchos elementos: mantenimiento, jardinería, limpieza, seguridad, además de la investigación, la conservación… El Arqueológico es un museo que no tiene sólo este edificio, tenemos también dos naves fuera de la ciudad, y tenemos unas diez mil cajas llenas de piezas arqueológicas, porque aquí se depositan los restos aparecidos en excavaciones de la mayor parte de la Región, y después vienen investigadores y ese material hay que tenerlo controlado. Son muchas cosas a la vez, y el personal cada vez es más limitado. Los museos de Murcia, que estaban muy mal, mejoraron y vivieron una expansión en la década pasada, pero aquello era el inicio de un desarrollo que se ha visto un poco cortado por esta situación de crisis”.
¿Recortes o imaginación?
¿Cómo pueden esquivar los museos la dureza de la crisis económica? María Teresa Marín Torres, directora del Museo Salzillo, recuerda que antes “había más recursos, y si hay más recursos, pues eso permitía que hubiese más audiovisuales o que se pudiesen contratar más servicios externos. Ahora tenemos que recurrir más a la imaginación”. Prosigue: “Aunque está claro que ésta no es la situación ideal, lo bueno que está teniendo esta crisis es que nos estamos replanteando muchas cosas; nos sirve para pararnos y ver lo que hemos hecho mal, y lo bueno es que nos vamos a quedar con las cosas positivas. Debemos intentar aprovechar lo mejor posible los recursos disponibles. Y quizá los museos como el de la Catedral o el Salzillo, que no tenemos una titularidad económica pública pura, estemos notando más la crisis, junto con los museos enteramente privados, pero en esta época tenemos que intentar sobrevivir con ingenio: por ejemplo, con la asociación de amigos que ya tenemos en marcha, haciendo más dinámica la tienda, intentado atraer más público… Lo importante es que sigamos abiertos”.
A pesar de todas las dificultades descritas, el director del Museo de Bellas Artes, Juan García Sandoval, cree que “los museos de la Comunidad Autónoma no corren peligro”. García Sandoval se pregunta el caso extremo: “¿Pueden llegar a cerrarse? Cualquiera sabe lo que puede pasar en el futuro, pero yo no creo que se vayan a cerrar… Eso sí, seguirán abiertos a costa de reducir las horas de apertura al público y ofreciendo menos servicios”. Nadie quiere pasar escasez, pero dicen que la necesidad agudiza el ingenio. Para Manuel Fernández-Delgado, la gestión de un museo en tiempos de crisis “es una cuestión de trabajo e imaginación”. Y añade: “A mí no me gusta quejarme de que se han reducido los presupuestos. La gestión hay que hacerla en función de lo que se tiene, y el problema es que nadie ha trabajado adaptando sus actividades al presupuesto que tenía. Nadie ha hecho una programación al inicio de temporada diciendo, ‘tengo tanto, me puedo gastar tanto y me lo voy a gastar de esta manera’. No, la gente ha empezado a hacer cosas y lo que no se ha podido pagar se ha dejado para el ejercicio siguiente, y claro, así no se puede”. Entonces, ¿se perdió la cabeza en un momento dado? Cuando había dinero, ¿Se gastó demasiado en cosas superfluas? Fernández-Delgado reflexiona sobre el tema: “Mira, yo esto lo tengo muy claro: con los gastos de representación y protocolosiempre me he planteado una cosa, y es que, si lo tuviera que pagar yo de mi bolsillo, ¿me iría a cenar con este señor? ¿Sí? Pues me voy a cenar con este señor; ¿no? Pues no me voy. ‘Es que nos reunimos a hablar en un restaurante…’. No, nos reunimos a hablar en el despacho (el director del Gaya da un golpe en la mesa), y en vez de quedar a las dos, quedamos a las doce del mediodía. Es decir, que puede haber mucho dinero y que el dinero se puede gastar en muchas cosas, pero el problema es que las infraestructuras se ven menos que las botellas de champán. Un catálogo es un objeto, es muy hermoso y se ve, pero instalar un nuevo sistema energético y cambiar una iluminación de elevado consumo por una de bajo consumo, eso no se ve. Y sin embargo es mucho más importante”.
Así, entramos en otro aspecto fundamental a considerar: Se ha recortado en actividades, en personal técnico, en labores de documentación y catalogación, en servicios de biblioteca… Pero por ejemplo, ¿no se ha recortado en consumo energético? Nuestros museos, ¿son sostenibles desde el punto de vista energético y medioambiental? El Director General de Bienes Culturales, Francisco Giménez, responde con decisión: “El ahorro que hemos hecho es tremendo. Hemos bajado drásticamente los gastos en capítulo dos, que para entendernos, es el gasto corriente. Y eso que ha subido el agua y ha subido la luz… No sé ahora mismo las cifras, pero estamos reduciendo los costes, y si tú miras en el despacho en el que estás, y esto no estaba preparado, verás que no tengo encendida la luz ni el aire acondicionado. Y es verdad que luego hay edificios como la Biblioteca, que es precioso y ha sido premiado, pero que para enfriar eso… Es de locos. Pero por ejemplo, ya se ha sustituido la iluminación en todos los edificios de la Consejería de Cultura, hemos cambiado absolutamente cada bombilla. Aquí en el Archivo, cuando uno entra en una dependencia, la luz se enciende automáticamente, y cuando uno sale la luz se apaga. Y eso antes no pasaba”.
En este tema de la eficiencia energética, que no debería ser una imposición de la crisis sino una actitud natural y de sentido común, Luis de Miquel reconoce el error de tiempos pasados: “En su momento no lo valoramos suficientemente, cuando teníamos medios para hacerlo, y ahora nos encontramos con este cambio en la búsqueda de una mayor eficiencia energética, lo que supone un coste a priori pero que se amortiza con el tiempo”. En su opinión, “habría que invertir, por ejemplo, en la sustitución de luces por otras de bajo consumo”. Y añade: “Eso se está empezando a trabajar y tratamos de hacerlo a medida que se van fundiendo las luces, pero el problema es que ahora no tenemos dinero para hacerlo. Cuando tuvimos dinero, no le vimos las orejas al lobo. Ahora hemos hecho estudios y tenemos propuestas, pero no es tan fácil. Vamos haciendo cosas lentamente”.
A la pregunta de si existe un plan de eficiencia energética en el Museo de Santa Clara, si se controla el gasto de luz y se opta por recursos expositivos de menor consumo y bajo coste de manteminiento, Mª Ángeles Gómez Ródenas responde decidida: “Claro que sí, nosotros apagamos las luces cuando no hay nadie en el interior del museo. Y en cuanto a los recursos expositivos, en Santa Clara no organizamos exposiciones temporales pero le puedo asegurar que en el Servicio de Museos ahora se reutiliza absolutamente todo, si no lo usamos nosotros, lo utilizan otros museos regionales y municipales”.
Por su parte, Manuel Fernández-Delgado opina que “los museos no están preparados” para ser eficientes en el aspecto energético: “Nosotros por ejemplo llevamos tres años intentando cambiar todo el sistema de iluminación del museo, porque tiene casi veinticuatro años y se ha quedado obsoleto. Es un sistema que gasta muchísima energía y que tiene un mantenimiento caro, y además, están dejando de producirse las luminarias que utilizamos y eso nos cuesta muchísimo dinero. Y no lo hemos podido hacer. Llevamos tiempo intentándolo y no ha podido ser de momento, y tampoco podemos hacerlo sala por sala. Tenemos que hacerlo en todo el museo: poner una iluminación fría que consuma menos energía. Yo creo que ha llegado el momento de dar un salto cualitativo en este tema”. En cuanto al Museo Salzillo, para su directora María Teresa Marín, “el replanteamiento para que el museo siga abierto y no prescindir del personal, ha ido por ahí, por el de la eficiencia energética, pero no sólo eso: hemos replanteado horarios y hemos intentado, en lo posible, que todos los servicios que estaban externalizados, hacerlos desde el propio museo. En el Museo Salzillo siempre hemos tenido claro que lo primordial son nuestros recursos humanos, porque gracias a este personal, el museo está abierto y vivo día tras día”.
Condiciones laborales del profesional de museos
Manuel Fernández-Delgado expone el mismo argumento que la directora del Salzillo, en cuando a la importancia capital de los trabajadores del museo: “Nosotros hemos reducido nuestro presupuesto del capítulo de actividades culturales y publicidad por mantener al personal en el Museo Ramón Gaya. He preferido usar la imaginación y hacer cosas, y pedir favores a los amigos, y hacer intercambios… ‘Yo hago una cosa en tu museo, y tú la haces en el mío’, para que el museo siga vivo y que todo el personal siga aquí. Hemos reducido seguridad y hemos variado un poco el horario, pero siguen los mismos. Las reducciones hay que hacerlas en las cosas en las que se deben hacer, según mi criterio”.
Sin embargo, en otros museos sí se ha prescindido de personal, y además, si en tiempos de bonanza económica las condiciones laborales de los profesionales no eran demasiado afortunadas, ahora parece que incluso se están dando pasos hacia atrás. Por ejemplo, en el caso de los guías hace años que se optó por externalizar el servicio, algo que sucede tanto en museos regionales como municipales. ¿Es el mejor modelo? Mª Ángeles Gómez explica su postura al respecto: “No soy responsable de estos temas económicos así que no puedo decirle si es mejor o peor, lo que sí que le puedo decir es que los funcionarios no estamos despreocupados de la situación laboral del resto de trabajadores del museo. Dicho así, parece que no nos importa lo que le pase a las personas con las que trabajamos, pero nosotros no podemos intervenir en las relaciones laborales y de contrato de estos trabajadores con sus empresas”.
Profundizando en este tema con Luis de Miquel, el director del MAM recuerda: “Yo me saqué mi título de guía antes de ser conservador de museos, y aquí el problema es que venimos de una época en la que los guías eran aficionados, eran como gorrillas que por una propina enseñaban la ciudad. Cuando este campo se ha profesionalizado, y se ha establecido que el guía fuera licenciado y que pasara unos exámenes, todo eso no se ha traducido en una consideración. Es una profesión que no ha conseguido reivindicarse como la del arqueólogo, el dentista u otras profesiones en este país. Además tiene el problema del horario, que se tiene que amoldar al del visitante, con los fines de semana y demás. En el caso de Murcia, cuando se reformaron y se abrieron los museos, ese puesto de guía no existía: había conserjes que a lo mejor no tenían la formación, y cuando se crea el puesto del guía profesional, deciden externalizarlo con empresas”. De ese modo, la conclusión de Luis de Miquel, como director del Museo Arqueológico, es la misma que la de Mª Ángeles Gómez: “Las condiciones laborales dependen de esa relación entre el guía y su empresa, y en eso nosotros estamos limitados. Intentamos que haya estabilidad, pero claro, ahora parece que se tiende a que no haya funcionarios, a que todo esté externalizado”.
Sin embargo, para los guías y para el resto de los profesionales de los museos, ya no se trata sólo de la estabilidad. En la rueda de prensa en la que se anunció la reapertura del Museo de la Catedral, con un presupuesto mucho más bajo que en su anterior etapa y una considerable reducción de personal, el archivero del templo murciano, Jesús Belmonte, afirmó que los tres nuevos trabajadores del museo, licenciados en Historia e Historia del Arte, «ejercerán de guías y además realizarán tareas de vigilancia y también limpiarán». Preguntado por estas declaraciones, el Director General de Bienes Culturales afirma que “esa es la idea”. Sawar le pregunta, ¿No es triste? Francisco Giménez responde: “A mí, como no me arruga el trabajo… Cuando estoy aquí, en el Archivo, si tengo que arrastrar cajas o si tengo que… No me he arrugado nunca. Yo soy profesor y no he tenido inconveniente en hacer en mi instituto de todo. Y aquí, que soy Director General, también. No digo que tenga que ser lo habitual… Aquí tenemos personal de limpieza y de mantenimiento, entre otros motivos porque hay cosas que yo no sé hacer, y bueno, aquello es el museo de la Catedral y el Cabildo sabrá cómo lo gestiona. Aquí tenemos las tareas suficientemente especializadas, pero eso no quita para que sea normal encontrarse al Director del Archivo que está haciendo de conserje porque ha faltado el conserje. A mí no es raro verme atendiendo en información en la Biblioteca, porque aquel es un puesto muy duro. Se ha reducido muchísimo el personal y el personal hace de todo, y como nos ven a los de arriba haciéndolo…”.
Se comienza a aludir pues a la versatilidad del trabajador del museo, que podrá cumplir con varias funciones pero con unas condiciones laborales no acordes a su formación. Juan García Sandoval reconoce que “quizá se tienda a eso en los museos de pequeño tamaño, pero no en los de tamaño mediano como pueda ser el Museo de Bellas Artes”. De todos modos, añade que “el trabajo en el museo tiene que ser una labor de conjunto, y todos los trabajadores tienen que hablarse y tener reuniones periódicas… Cuando un visitante quiere hacer una pregunta, se la hace al que está por allí, en las salas, sin saber si es el director, el vigilante o el guía, y en ese sentido el trabajo del museo es una labor de todos”. García Sandoval también señala que en el MUBAM han tenido “mucha suerte con el personal, tanto de seguridad, guías, educadores…”. Lo explica: “Es gente que lleva muchos años, que conoce su trabajo, que está entregada y que ha ido a más. Y lo mejor que tienen, lo mejor y lo peor al mismo tiempo, es que han sabido adaptarse a estos tiempos de complicaciones y que están haciendo sobreesfuerzos. Pero bueno, por otro lado, todos estamos haciéndolos”.
Sin embargo, los recortes que se producen en cultura y en las condiciones laborales de sus profesionales, no desde ahora sino desde hace tiempo, no están provocando las protestas, las movilizaciones y la resonancia mediática que haya podido causar la situación de los mineros, por poner un ejemplo. ¿A qué se debe? ¿Subyace de ello una escasa valoración de la cultura en nuestro país? García Sandoval cree que si la gente no protesta cuando se producen recortes en los museos, “es porque siempre se han asociado con una élite cultural, como si para ir a un museo tuvieras que estar tocado con una varita y saber de arte y arqueología”. Y mirando dentro del mismo sector de la cultura, “que supone cerca del seis por ciento del Producto Interior Bruto” y que es amplio y variado, en opinión de García Sandoval “no existe esa unión que hay en otros sectores; van los artistas por un lado, la SGAE por otro, los productores por otro, los gestores culturales por otro lado, la gente de los museos por otro…”. Lo dicho no es óbice para que, frente a casos extremos como el cierre de un museo, no exista una respuesta social y mediática firme. Sin embargo, de la reacción que generó el ejemplo más cercano, el cierre del museo de la Catedral a finales del año pasado, no se pasó del lamento y de la preocupación de algunas personas.
En la próxima entrada de Sawar, completaremos este debate en torno a la situación de los museos y trataremos la propuesta de cobrar un precio por entrada en los museos autonómicos, entre otros asuntos. Y os recordamos que podéis leer este reportaje completo y gratis pinchando AQUÍ.
Por qué no explican los estupendos directores, de como echaron a parte de los guías de museos sin notificación alguna, para recolocar a sus técnicos que no tenían ni idea. Y porqué la mayoría de guías no hablan idiomas y están puestos a dedo.
Gracias por el comentario, Marco. Y gracias por leer Sawar. Un saludo.